Arturo Jauretche

Los pueblos no odian, odian las minorías. Porque conquistar derechos provoca alegría, mientras perder privilegios provoca rencor.



sábado, 12 de diciembre de 2015

Esa noche me mandó al descenso

Y llegó el día no más, el día de la vuelta a la oposición. Un día, parafraseando a los stones, de emociones encontradas. Tristeza, por lo que se viene, frustración por no haber podido continuar, incomprensión de cómo parte de los sectores trabajadores votaron una opción que va en contra de sus intereses y finalmente alivio. Es raro sentir alivio en este momento pero tiene su explicación, al menos eso creo o quiero creer. Los casi dos meses que van desde el 25/10 hasta que asumió el nuevo Presidente fueron como las semanas previas al descenso del ROJO. Pongamos desde que perdimos con All Boys, ese día internamente, aunque no lo quería reconocer, sentí que descendíamos. Pero los días, las horas, los minutos desde ese partido hasta el fatídico descenso fueron una agonía. Similar a lo que viví desde que perdimos la provincia de BsAs a manos del "hada buena", como le dice el perro Verbitsky a la Gobernadora, y supimos que había ballotage hasta que asumió el nuevo Presidente. No haber ganado en primera vuelta, que la diferencia fuera poca, que el "hada buena" gane en la provincia; un combo fue tremendo e imposible de digerir. Y en ese momento, al igual que con el ROJO, sentí que podíamos descender, perdón, que podía ganar la presidencia Macri. Y se militó, en forma desesperada, inorgánica, como se pudo; porque tomamos conciencia que se podía venir la noche, la noche que finalmente se vino, la noche que trajo a Melconián al Banco Nación, a Sturzeneger al Banco Central, a De Prat Gay como Ministro de Hacienda y Finanzas (gran cambio el del nombre del Ministerio de Economía), a Patricia Bullrich como Ministra de Seguridad, al milico Aguad como Ministro de Comunicaciones, al rabino Bergman como Ministro de Medioambiente, unificar los Ministerios de Educación y Deporte!!!, etc., etc. Pero hablaba del alivio. Alivio porque fueron casi 10 años muy intensos, desgastantes, pero por lejos los mejores. Digo casi 10 años porque yo empecé a ser primero simpatizante kirchnerista allá por 2005, cuando se enfrentó al duahldismo en las elecciones legislativas. No soy de los kirchneristas de primera hora. Pero ya desde ese momento empecé a ser un bicho raro, a tener que guardarme mis opiniones en ciertos ambientes (el laboral fundamentalmente) a tener que morderme la lengua ante tanto comentario superficial, vacío, ofensivo. También hubo que acostumbrarse a que tomaran la parte por el todo ya que si un funcionario no era bueno o una medida inapropiada todo el gobierno y todo lo actuado era un desastre. Y así estuvimos, en mi caso casi 10 años, aguantando agravios, mentiras, descalificaciones. Pero obviamente que con orgullo y con fuerza, lo que no quita que sea desgastante, por eso el alivio de volver a la oposición. Porque qué fácil es ser juez de línea y levantar la bandera ante la primera duda de off-side... Mucho más fácil que defender y militar para un proyecto, que como todo no es perfecto y tiene errores. Pero que lindo fue y cuanta fuerza le vamos a poner para amortiguar la restauración conservadora que quieren imponer; y cómo vamos a pelear para ganar en 2017 y volver en 2019. Pero pasemos a repasar algunas otras cosas que creo que es el momento de pensar. 1- Tengo la certeza, y me lo habrán escuchado decir algunos ya, que la elección no la ganaron, la perdimos nosotros. Obviamente esto es incomprobable, un contrafactual que le dicen los entendidos, pero igual lo sigo pensando. ¿Motivos? Principalmente llevar un candidato que no representaba al kirchnerismo o, como una variante, que este candidato no se haya legitimado en las PASO. Porque Scioli generaba muchísimas dudas y estuvimos hasta el 25/10 convenciéndonos entre nosotros (los kichneristas) de votarlo, en lugar de militar y salir a convencer al volátil 35% que define las elecciones (porque nosotros tenemos un núcleo duro del 35%, la derecha gorila un 25%, 5% la izquierda testimonial y hay una porción que fluctúa según el momento). Y me incluyo entre los dudosos y poco entusiasmados, al punto que no voté a nuestro candidato en las PASO (tranquilos que lo voté en las generales y en el ballotage!). Y esta situación de duda, de discusión interna, de mal manejo en la resolución de la candidatura (porque la bajada de Randazzo fue manejada pésimamente mal) nos llevó a paralizarnos hasta el 26/10, cuando con la noticia de que había ballotage y que la diferencia había sido escasa nos sacudió a todos, pero evidentemente fue tarde. Otra opción hubiera sido que haya interna entre Scioli y Randazzo, aún en el escenario que ganara Scioli (candidato que como dije generaba dudas) la cuestión hubiese sido mucho más clara y todos nos hubiéramos encolumnado, ya que como reza la máxima: "el que gana conduce y el que pierde acompaña". Pero el tema Scioli no fue el único. Randazzo también es otro factor preponderante. Sin discutir ahora cómo se manejo el tema de su candidatura (lo cual fue entre muy mal y pésimo ya que se enteró por los medios que Zannini sería vice de Scioli cuando se dice que era quien lo impulsaba a que se candidateara), una vez bajado de la candidatura a Presidente debería haber aceptado la propuesta de competir para Gobernador, lo que hubiera evitado la sangrienta interna entre Julián Domínguez y Aníbal Fernández (capítulo aparte para este tema ya que si no las derivaciones van a ser larguísimas) y se hubiera ganado la provincia y seguramente obtenido más votos, que tal vez hubieran permitido una victoria en primera vuelta, o al menos una buena diferencia en las generales. Pero el "bueno" de Florencio priorizó su ego y orgullo que el proyecto colectivo que tanto se declama, y así nos fue y le fue; ya que se perdió la provincia, la presidencia y él es un cadáver político. El tema de la candidatura y de cómo se llegó a las elecciones, sin conducción orgánica de la campaña, con muchos dirigentes y agrupaciones "jugando su juego" da para mucho. Pero para cerrar el tema quiero agregar un comentario final. Si bien creo que Cristina se equivocó en la forma de conducir el proceso electoral, creo que la mayor responsabilidad está en las bases, la militancia y los dirigentes de segunda y tercera línea. Digo esto porque hubo falta de coraje, incapacidad y falta de grandeza para empujar desde abajo, con todo el FpV como sostén, una candidatura que se opusiera a Scioli (¿Taiana? ¿Urribarri? el que fuera), con un candidato kirchnerista lo cual hubiera condicionado a Cristina o la hubiera ayudado, a partir del clamor de las bases, a tomar otro tipo de decisión. Pero nos dedicamos a esperar, delegamos la decisión en "la jefa" o nos dedicamos a internismos inconducentes. Y si bien había dicho que el anterior era el comentario final respecto a la candidatura de Scioli, no puedo dejar de mencionar que sigo esperando "los votos de Scioli" que es el que "mejor mide". Noten que en la elección general sacó 37%, que es el caudal del núcleo duro kirchnerista, es decir, lo votamos nosotros no aportó ningún voto propio. 2- ¿Se acuerdan que iba a haber fraude? Ah!, ¿como ganaron ellos la elección fue democrática? Ironías aparte, creo que debemos insistir sobre este punto. Estaba todo preparado para salir a denunciar fraude y a ensuciar todo, ¿imaginan si ganábamos por menos de 3% como ellos lo que hubiera sido? No hay que olvidar estas cosas y hay que ponerle el espejo a todos los biempensantes que miran a Lanata (perdón, miraban porque después de la misión cumplida se fue a Miami el divo) leen Clarín / La Nación y miran TN porque el nivel de hipocresía y cinismo de sus gurúes mediáticos es terrible. 3- Macri obtuvo el 51,4% de los votos y amplios triunfos en el centro del país lo que quiere decir que su electorado fue policlasista, O para ser más llano, no sólo lo votaron las clases medias-altas y altas sino también sectores trabajadores, lo que marca que hemos hecho mal algunas cosas, cuáles, no lo tengo claro pero no podemos quedarnos sólo con que es culpa de la intoxicación mediática (la cual existe y es tremenda) ya que recordemos que en 2011, con los mismos medios hegemónicos en contra, Cristina ganó con más del 54%. La derecha nunca se equivoca al elegir sus candidatos, pueden no ganar, pero saben claramente quién los representa y eso lo refleja el resultado de la Comuna 2 de la CABA, Recoleta, en ese acomodado y oligárquico barrio de BsAs Macri obtuvo 79,5% de los votos en el ballotage, es decir que la derecha sabe bien quién es su candidato, el que va a defender sus intereses (y ojo que no sólo hablo de intereses económicos sino también simbólicos, culturales, etc.). Pero el mismo Macri, claramente elegido por la derecha de Recoleta, también fu votado en ciertos municipios de clase media y populares (Macri ganó en Morón con casi el 55%!!!) es decir que los medios nos confundieron, nos intoxicaron pero nosotros no supimos llegar y clarificar y parte de los trabajadores compraron globos y en esa compra se terminaron dando un tiro en el pie. Todo esto da para mucho más, escribo y vienen muchas ideas, desordenadas por lo que voy a cortar acá para ordenarlas y seguir en otro momento ahora que estoy triste, frustrado, aliviado pero fundamentalmente más decidido que nunca a militar dentro del kirchnerismo, del FpV para ganar las legislativas del 2017 y volver a ser gobierno en 2019.

viernes, 3 de abril de 2015

Lo que va a pasar

La idea me quedó retumbando después de una cena en la que conversábamos sobre uno de los temas excluyentes, hasta junio por lo menos, la sucesión presidencial. Uno de los presentes dijo: “es lo que va a pasar, no es lo que yo quiero que pase pero es LO QUE VA A PASAR”. La fascinación por conocer el futuro o lo que va a pasar, es bien conocida y abarca desde el tiempo (meteorológicamente hablando) hasta el resultado de un partido de fútbol. A priori, a todos nos gustaría saber qué va a pasar. Sin embargo, saber lo que va a pasar es de derecha (entendiendo por derecha en este caso lo conservador). Ahora bien, ¿por qué mezclo la futurología con la derecha? La idea en la que me baso para decir esto es que el que sabe qué va a pasar pierde la voluntad por hacer o por intentar que el futuro sea de una determinada manera. Veamos un ejemplo simple y trivial, ¿alguien iría a ver a su equipo sabiendo de antemano que va a perder 3 a 0? Por favor dejemos de lado la lógica del aguante, según la cual aun conociendo este resultado catastrófico hay que ir a alentar al equipo. Lo que mueve a un hincha es la esperanza, incluso cuando su equipo sea un desastre y venga jugando horrible, cada nuevo partido se renueva la ilusión, la esperanza, la ilusión es lo que hace que uno vaya a la cancha aun intuyendo que el resultado puede ser adverso (si venimos siendo un desastre) pero con la interna luz de esperanza de que este domingo la cosa puede cambiar. Nadie iría a ver a su equipo si supiera que va a perder 3 a 0, se quedaría en su casa o haría otra cosa, pero ¿qué pasa si sabe que va a ganar? Obviamente en este caso lo primero que se nos ocurre es que iríamos a la cancha a disfrutar del triunfo. Sin embargo, la certeza del triunfo le quita emoción, expectativa y pasaría a ser un trámite; tampoco sirve tener la certeza de que nuestro equipo va a ganar. Lo que nos moviliza es la incertidumbre, esa tensión de no saber qué va a pasar, de que podemos volver contentos o puteando y amargados. Pero la charla a la que me refería al inicio nada tenía que ver con fútbol, se refería a cómo resolvería el FpV su candidato para la elección de este año y qué hacer ante ello. Y en ese contexto fue en que se lanzó la frase “es lo que va a pasar” referida a que el actual Gobernador de Buenos Aires ganaría las PASO y sería el candidato del FpV. La afirmación fue lanzada con resignación pero contundentemente: “es lo que va a pasar, no es lo que yo quiero pero va a pasar”. Los fundamentos de esta afirmación podrían ser encuestas, intuición, una evaluación del cuadro de situación actual u otros. Pero eso no es lo que importa sino que de esa certeza es hija la resignación, la paralización, es decir aceptar el statu quo que nos imponen y por eso la tesis de que conocer lo que va a pasar es derecha. Más allá de indicios más o menos fuertes sobre algo, nadie sabe lo que va a pasar y lo que puede hacerse es plantear escenarios para tomar decisiones y plantear estrategias, pero sin perder de vista que son eso: escenarios. Y los escenarios pueden cambiar por diversos motivos, algunos totalmente imprevistos. Repasemos como ejemplo lo que pasó en Brasil con la muerte en un accidente de un candidato meses antes de las elecciones lo que catapultó a Marina Silva como una aspirante seria a la presidencia. Otro motivo es que la voluntad de muchos y su perseverante militancia logre cambiar el escenario y por tanto, mediante la voluntad, se tuerza lo que inicialmente parecía algo ya definido. Entonces, como no sabemos lo que va a pasar, lo peor que puede pasarnos es dejarnos convencer de que determinadas cosas ya están definidas, ya que eso nos inmoviliza, nos quita las fuerzas. Lo que debemos hacer es pensar en lo que queremos que pase y trabajar para que pase. La fuerza de la voluntad que le dicen, con la cual puede modificarse la realidad, o en este caso el futuro que parecería escrito. Y en mi caso, como no dispongo de la bola de cristal, sólo sé lo que yo quiero que pase y no lo que va a pasar. Y lo que quiero que pase es que tengamos un candidato que realmente represente, garantice y profundice el proyecto; lo que claramente no hace el actual Gobernador de la provincia de Buenos Aires, por lo que voy a hacer todo lo que esté a mi humilde alcance (lo cual lamentablemente no es mucho) para que ocurra.