Arturo Jauretche

Los pueblos no odian, odian las minorías. Porque conquistar derechos provoca alegría, mientras perder privilegios provoca rencor.



sábado, 9 de marzo de 2013

Anti-política en Venezuela y Argentina

La muerte del Comandante Chávez me encontró casualmente en Venezuela. Si bien hay mucho para contar respecto de las experiencias de vivir estos intensos e históricos días en la República Bolivariana de Venezuela, este texto se trata de algunas reflexiones que me surgen de algunas conversaciones en las que participé, o simplemente escuché en estos días. Una cena con otros argentinos con los cuales compartimos el viaje derivó en una charla con ribetes políticos en el tono ameno que se da cuando los interlocutores se conocen poco y tienen que seguir interactuando. Luego de algunos comentarios obligados referidos a la actualidad venezolana la conversación derivó a Mar del Plata, ya que todos los que compartíamos la mesa somos marplatenses. Dentro del grupo de comensales, dos eran clásicos clase-media-biempensante sin llegar a un gorilismo explícito ni recalcitrante. Lo que me interesa extraer de esa charla es el comentario referido a la capacidad intelectual y de trabajo, de los políticos marplatenses en general y del actual intendente Pulti en particular que desarrollaban estas dos personas. La idea era más o menos así: Pulti no es un tipo lo suficientemente capaz ni intelectualmente brillante, yo no lo contrataría para mi empresa. Y así como Pulti ningún político marplatense es lo suficientemente capaz, ya que no han sido exitosos en sus actividades privadas. Es decir que expresaban una de las máximas de la cultura política neoliberal, o lo que yo prefiero llamar anti-política: para ser un buen político lo importante es la capacidad intelectual, de trabajo, etc y ser o haber sido exitoso en la actividad privada. Con lo que el modelo de político (o en realidad anti-político) deseable se debería ser un exitoso ejecutivo con conocimientos de gerenciamiento. Dejo la cena con los marplatenses y paso a un almuerzo (siempre comiendo van a pensar que me la paso) pero en este caso solo. Estaba sentado en mi mesa del restaurante del hotel en el cual además de mi había una mesa de unas 8 a 10 personas, compañeros de trabajo aparentemente. Todos venezolanos y jóvenes. Conversaban y como comenzaron a hablar de Maduro mi atención se centró en lo que podía escuchar de la charla. Cabe mencionar que, si no todos, todos menos uno, eran escuálidos. Seguramente a la mayoría los descoloqué con este término de la política venezolana pero es muy simple de entender, en Venezuela es un escuálido lo que en nuestras pampas es un gorila. Si bien no hace al núcleo de la nota, hago una disgreción para contar que los escuálidos debatían con naturalidad una posible estrategia que me hizo erizar la piel. La tesis era que Capriles (candidato opositor a Maduro en las próximas elecciones) no debía presentarse, para que de esta forma Maduro no pueda legitimar su victoria, ya que no sería lo mismo si ganaba (como daban por descontado los escuálidos) contra un candidato importante que si lo hacía sin opositor que se presente. Escalofriante y con ciertas reminiscencias a lo que hizo el innombrable de Anillaco en las elecciones de 2003. Esa es la oposición "democrática y republicana" en Venezuela, cualquier parecido con Argentina NO es simple coincidencia. Pero volvamos al núcleo. Una de las escuálidas decía: Maduro no tiene experiencia de gobierno, es como un pasante de Chávez. En cambio, Capriles (ex Gobernador del estado de Miranda) tiene experiencia de gestión y de gobierno. Y le decía a la mesa: ¿A quién elegirían para un trabajo importante a un pasante o a alguien con experiencia? Yo elijo al que tiene experiencia, por eso entre Capriles y Maduro; Capriles. Claramente ambas ideas tienen un hilo conductor que es la creencia de que atrás de un político no hay ideas, no hay convicciones, no hay políticas a desarrollar, no hay una construcción colectiva de la que emergen como líderes, no hay militancia que los sostiene y los empuja; sólo hay un personaje capacitado e intelectualmente mejor que la media. Esa la concepción que tiene de la política el neoliberalismo y que se basa en la teoría del fin de las ideologías. O como quiso hacernos creer Fukuyama, el fin de la historia. Esta concepción neoliberal niega por ende la política y es por ello que la considero una concepción anti-política, la cual está aún muy arraigada en la clase-media-biempensante argentina y, por la muestra que tuve en Venezuela, parece que también por los pagos del Comandante Chávez. Contra esta concepción noventista es contra lo que se debe seguir militando para concientizar cada vez más a los sectores medios y continuar sumando voluntades para los proyectos nacionales y populares en la región.