Arturo Jauretche

Los pueblos no odian, odian las minorías. Porque conquistar derechos provoca alegría, mientras perder privilegios provoca rencor.



jueves, 21 de agosto de 2014

El futuro ya llegó

Como dice con poética inigualable el Indio, el futuro ya llegó. Esto puede aplicarse igualmente a un aspecto económico y otro político. El primero es la tan temida restricción externa y el segundo la elección del candidato en el FpV. Ambos aspectos ya podían vislumbrarse como parte del futuro luego de las elecciones de 2011, pero en ese momento ambos parecían parte del futuro lejano, pero el futuro llegó hace rato. Voy a dejar de lado en esta nota el aspecto económico para centrarme en el político, es decir la elección del candidato del FpV para la elección del año próximo. En este aspecto, luego de ganada contundentemente la elección del 2011 y ya con el dato de haberse producido la inesperada muerte del irremplazable Néstor, se vislumbraba la dificultad que tendría la sucesión de Cristina. En aquel momento algunos fantaseaban con una reforma de la Constitución para poder habilitar una reelección adicional o hasta indefinida. Personalmente nunca consideré que la solución a la sucesión fuera patear el problema hacia adelante habilitando una nueva reelección, ya que más tarde o más temprano habría que suceder a Cristina. Por otro lado, si bien hay voces autorizadas que fundamentan la necesidad de que existan reelecciones indefinidas en sistemas presidencialistas fuertes como el argentino, creo que la limitación de los mandatos presidenciales consecutivos es altamente favorable ya que genera la necesidad de renovación y de generación de nuevos liderazgos. Además, si bien se trata de una especulación personal, siempre estuve convencido de que Cristina no impulsaría una reforma constitucional para perpetuarse en la presidencia. Por todo esto, ya en el eufórico final de 2011 algunos vislumbrábamos como una gran encrucijada la sucesión de Cristina, pero claro, eso era un futuro lejano y habíamos ganado con el 54%. Pero como el futuro ya llegó, estamos ahora frente a la encrucijada de la sucesión sin más alternativas que definirnos y sin posibilidad de seguir pateando la decisión hacia adelante. Y en esta encrucijada aparece, como podía también preverse desde aquél remoto 2011, la figura de Scioli. El actual Gobernador de la provincia de Buenos Aires, desde una mirada superficial y con cierta lógica, surge como el “candidato natural” del FpV ya que fue Vicepresidente de Néstor en su primera presidencia y dos veces Gobernador de Buenos Aires en coincidencia con los mandatos de Cristina. Ahora bien, la idea no es tener una mirada superficial sino profundizar en el análisis y, para ello, creo conveniente sumar al análisis la dicotomía entre si lo fundamental es el movimiento, partido o como quiera llamárselo (en este caso el FpV); o quien conduce el espacio. Los que consideran que lo fundamental es el partido considerarían sin mayores dudas que Scioli debe ser el candidato ya que es quien tendría mayores posibilidades de ganar la elección (dejemos esto para discutirlo en otro momento ya que tengo mis dudas al respecto) como candidato del FpV. En cambio, los que consideramos que la conducción es fundamental y es lo que finalmente define la orientación del espacio, claramente no pensamos a Scioli como el candidato adecuado para el FpV; por la sencillísima razón de que no es kirchnerista sino un aliado circunstancial. Creo importante en este punto plantear dos ejemplos que creo que podrían aportar al planteo de que lo fundamental es quién conduce el espacio. El primero es contrafáctico pero no por ello menos ilustrativo. Imaginemos por un momento que en 2003 Duhalde hubiera elegido a Scioli como candidato a Presidente y a Néstor de Vice. Está claro que es un ejercicio totalmente alejado de la realidad de aquél momento pero hagamos el esfuerzo. ¿Alguien puede pensar que Scioli hubiera liderado un gobierno como el de Néstor? Dejo para que cada uno se responda esta pregunta en la intimidad de su conciencia. El segundo ejemplo ocurrió y fue totalmente nefasto. El innombrable de Anillaco condujo, desde el peronismo, una destrucción del entramado social y productivo totalmente en contra de los principios de dicho movimiento. Y el partido no lo echó, sino que, salvo muy honrosas excepciones, lo acompañó en la impúdica fiesta de la pizza con champagne. Queda claro entonces que considero que Scioli desde ningún punto de vista puede ser considerado el candidato del FpV porque no es kirchnerista y por ende no garantiza la continuidad del proyecto. Ante esta definición aparece el argumento de que se lo puede condicionar con listas de Diputados leales, etc., etc. Ante esto pregunto, ¿se lo pudo condicionar en sus dos períodos de Gobernador? Claramente no. Y eso que la provincia depende financieramente del Gobierno Nacional, pero ni así. Entonces, si no se lo pudo “condicionar” como Gobernador cómo pueden pensar que lograrán condicionarlo en la eventualidad de que fuera Presidente, con la posibilidad de firmar Decretos, designar Ministros (¿imaginan el Gabinete con Casal de Ministro de Justicia y Granados de Ministro de Seguridad?) y otras bellezas. Otro punto que creo interesante repasar es el de Insaurralde, ¿o debería llamarlo MI? Lo traigo a discusión porque Insaurralde fue el candidato de Scioli. Aunque haya sido el candidato de Scioli no puede soslayarse la responsabilidad de Cristina en esta elección, porque hay que ser autocrítico y no puede dejarse pasar el hecho de que se haya elegido a este personaje para encabezar la lista de Diputados de la provincia de Buenos Aires. Pero volviendo, Insaurralde ha demostrado estar dentro del FpV por conveniencia, no demuestra tener ninguna convicción y coquetea con el massismo sin ningún tapujo. Y ni hablar de la estética y la banalidad que muestra. Impresentable y fue “nuestro” candidato. Creo que puede verse un interesante paralelismo entre Insaurralde y Scioli, sin olvidar que éste último también coqueteó con el massismo en 2013. Como conclusión, mi planteo es que Scioli no es una opción. Scioli es el enemigo dentro del FpV. No vislumbro diferencias entre un eventual gobierno de Scioli, Massa o Macri y creo que tenemos que dar la batalla para ganarla y si no se gana mantener una identidad que permita contener la militancia, no trasvestirnos o menemizarnos por la falsa ilusión de que a Scioli se lo podrá condicionar “metiendo Diputados propios”, como si no fueran a darse vuelta muchos en cuanto el poder cambie de manos. O pensar que Cristina seguirá siendo la conductora aún con Scioli como Presidente. Creo que no hay que ser ingenuos, Scioli no nos representa y por eso no es una opción, es una amenaza.

sábado, 25 de enero de 2014

Hacernos cargo

Finalmente la salida a la encrucijada en la que se encuentra la economía ha sido devaluatoria, o al menos dicha tensión generó una fuerte devaluación, la cual no es neutral y trae aparejados ganadores y perdedores. Creo importante antes de continuar detenerme en el concepto de devaluación para luego profundizar sobre las consecuencias. En economía se entiende por devaluación la pérdida de poder de compra de una moneda respecto de otras, que es lo que ocurrió con el PESO el último año y particularmente en la última semana. El dólar pasó a costar $8,03 cuando hace exactamente un año costaba $4,97 (61,5% de devaluación) y el salto entre el martes y viernes últimos fue de 16,5%. Si bien la referencia es respecto del dólar por tratarse de moneda más ampliamente aceptada a nivel global, la pérdida de valor del PESO fue respecto de todas las monedas (euro, real, peso chileno, peso uruguayo, etc.). Es por esto que sin eufemismos debe aceptarse que se produjo una fuerte devaluación del PESO el último año, fuertemente acentuada la última semana. Y digo esto ya que he notado cierta reticencia dentro de los que adherimos al proyecto kirchnerista a llamar devaluación a la devaluación. Como se menciona más arriba, la devaluación no es neutral. Repasemos porqué. El aumento del valor del dólar beneficia principalmente a los exportadores, quienes venden su producción en dólares y obtienen mayor cantidad de PESOS por el mismo producto. Dentro de estos ganadores están, fundamentalmente, los sectores agroexportadores que vienen presionando por esta devaluación, vía retención de granos, hace un largo tiempo. A su vez, la devaluación genera aumento de precios en PESOS (inflación) ya que muchos productos que se consumen en el mercado local son importados (muchos electrónicos por ejemplo) o tienen componentes importados. Incluso aquellos bienes que son producidos íntegramente en el país, como por ejemplo la leche, requieren equipamiento (bienes de capital) importados o con alto porcentaje de componentes importados. Es decir que para una empresa láctea pasa ahora a ser más caro ampliar su capacidad de producción o mejorar su productividad, lo que finalmente impacta en el precio y/o cantidad de leche que podrá ofrecer. Pero siguiendo con la idea de ganadores y perdedores, podríamos decir que todos aquellos actores económicos que pueden ajustar sus precios (empresas, comerciantes, cuantapropistas) posiblemente puedan neutralizar el efecto negativo de la inflación vía aumento de precios, por lo que, simplificando, podría decirse que salen empatados. Entonces, ¿quiénes pierden? Claramente los perdedores son los sectores asalariados, que sólo pueden ajustar sus ingresos vía aumentos salariales que son anuales y no mayores al 25%-30% en PESOS para los sectores formales (trabajadores en blanco). Dentro de los perdedores claramente aún resultan más perjudicados los asalariados informales (trabajadores en negro) los que tienen menos herramientas para luchar por una recomposición salarial. Es decir que la devaluación hace perder poder adquisitivo de los salarios y genera una regresiva distribución del ingreso (es decir que se llevan más los que ya se llevaban más). Ahora bien, ¿si la devaluación es negativa para los sectores populares por qué un Gobierno que los viene favoreciendo como ningún otro en 60 años genera esta salida devaluatoria? Esta es la pregunta que incomoda al kirchnerismo y para la cual ya se encontró una respuesta tranquilizadora: fue un golpe de mercado generado por Shell. Con esta explicación se purgan culpas y tenemos un excelente chivo expiatorio, la petrolera anglo-holandesa. Pero, ¿nos vamos a conformar con esta respuesta? Revisemos un poco. Shell realizó una compra de 3,6 millones de dólares el jueves 23/01 a $8,70 pero el día anterior el dólar ya había sufrido un fuerte aumento de $0,23 y acumulaba una devaluación anual del 44%. Es decir que, en todo caso Shell realizó una operación desestabilizadora en un contexto de devaluación preexistente. Por otro lado, si con la compra de 3,6 millones de dólares desestabiliza el tipo de cambio es que la situación cambiaria era sumamente endeble. Hay que notar que si el Gobierno hubiera decidido contener el alza del dólar lo podría haber hecho vía venta de reservas del BCRA, de hecho lo hizo el jueves para que el cierre fuera de $7,79 y no de $8,40. Pero finalmente se lo dejó subir a $8,03 el viernes. Es decir que se priorizó resguardar las reservas en lugar de evitar el salto devaluatorio final (recordemos que durante todo 2013 el ritmo devaluatorio había sido bastante mayor al de los años anteriores). Resumiendo, es claro que Shell operó en forma desestabilizadora pero el contexto devaluatorio era preexistente y el Gobierno optó por contener en forma parcial la devaluación buscada por el establishment económico. Rechazando entonces la respuesta autocomplaciente de que Shell es malo y nos hizo devaluar el PESO seguimos aún sin responder porqué el Gobierno convalidó la devaluación del PESO reclamada por el establishement y que perjudica a los sectores populares. Claramente la respuesta no es simple y seguramente debe haber más de una. Para intentar una respuesta debe buscarse por el lado de la restricción externa que generó una fuerte pérdida de reservas del BCRA. Es decir, la situación macroeconómica tensa por la falta de divisas generó un caldo de cultivo óptimo para llegar a esta devaluación. También no hay que dejar de lado el exceso de voluntarismo y los errores no forzados que vienen cometiéndose en el ámbito económico en los últimos tiempos. ¿Qué hacemos entonces con este estado de cosas? ¿Pensamos que se arrearon las banderas y que el proyecto que tanto dio por los sectores postergados claudicó? ¿Seguimos buscando excusas y chivos expiatorios para exculparnos para poder mantener nuestra conciencia nac&pop en paz? Ni una cosa ni la otra, lo que debemos hacer es HACERNOS CARGO de que perdimos una batalla por errores propios y porque el enemigo es fuerte y siempre acecha. Reconocer esta situación, sin eufemismos, sin explicaciones autocomplacientes, revisando errores; es lo que nos puede dar la base para volver a la ofensiva y para poder trabajar por una más justa distribución del ingreso pero esta vez con bases más sólidas que eviten que nos hagan retroceder nuevamente por la vía devaluatoria. A los poderosos de siempre que se afilan los colmillos porque huelen sangre les digo que vamos a seguir dando pelea, no vamos a entregarnos por una batalla perdida.