Arturo Jauretche

Los pueblos no odian, odian las minorías. Porque conquistar derechos provoca alegría, mientras perder privilegios provoca rencor.



domingo, 28 de noviembre de 2010

A un mes de la muerte de Néstor Kirchner

Ayer se cumplió un mes de la muerte de Néstor Kirchner. Mucho se ha escrito al respecto en el mes que pasó desde este trágico evento. Como mucho se escribió y por personas mucho más preparadas que yo para ello, no voy a repetir malamente lo mucho y bueno que se dijo. Voy a intentar una visión localista que no he encontrado, tal vez se haya escrito desde este ángulo pero no he tenido la suerte de leer nada al respecto. Ahí va.

Como parte de la generación de los 30.000 exiliados marplatenses creo que el aporte que realizó Néstor para con los marplatenses es impresionante. Para los que no me conocen, tengo casi 35 años (yo no me saco, me agrego) y como todos los marplatenses de mi generación sufrí el exilio que padecieron amigos y familiares hacia España (o debiera decir directamente Palma), Italia, Miami, etc. En Mar del Plata el éxodo de jóvenes empezó en 1997-1998, entre tres y cuatro años antes que se hiciera visible en el resto del país y canal 13 y TN nos lo mostrará, con compungidos noteros que no anclaban el exilio de 2000-2001 a lo que la segunda década infame (la de los ’90 para que no queden dudas) nos dejó, o más bien no nos dejó.

Y el exilio comenzó en 1997-1998 porque Mar del Plata ya en 1997 mostraba, en forma amplificada los resultados de 7 años de neoliberalismo salvaje, que muchos no veían y una gran parte prefería hacer que no veía. ¿Cuáles eran los resultados?, récord de desocupación a nivel país, destrucción del mercado interno, quiebre de la clase media, falta de posibilidades de contención en la ciudad de la generación de jóvenes que debía incorporarse al mercado del trabajo.

Antes de seguir voy a permitirme una anécdota personal, que me marcó mucho y pinta lo que fue esa época. Seguramente al leer la anécdota mi novia-compañera-esposa de 16 años la recordará, porque ella participó. Esto fue el 14 de mayo de 1995, día en el que coincidían dos eventos, la elección en la que finalmente resultaría reelecto Menem y el cumpleaños de 19 años de un gran amigo y compañero de la escuela. Debido a mi férreo antimenemismo en ese momento me alinee con el FREPASO de Bordón y Chacho, lo que considero un error del que aprendí ya que en el 1999 no voté a la Alianza (obviamente tampoco a Duhalde). A tal punto me alinee que me ofrecí como fiscal del FREPASO y fui, al desaparecido colegio Universitas, a controlar una mesa. Luego de la elección tenía el festejo de cumpleaños de mi amigo, al que llegué tarde por haber estado fiscalizando para el FREPASO. Mi amigo el del cumpleaños, y varios otros, que sabían de dónde venía me recibieron en el cumpleaños con un cuadro de Menem y cargadas por la derrota del FREPASO, ya que mi amigo y la mayoría de los presentes había votado por él. Lo triste de la historia no es que me hayan gastado por la derrota, sino que mi amigo, clase media, hijo de laburantes, sería de los que más fuertemente padecerían los resultados del neoliberalismo; tanto es así que hoy vive en España, casado con una catalana y con dos hijos españoles.

Retomo el hilo, Mar del Plata sufrió anticipada y amplificadamente los resultados de la década neoliberal de los noventa. La pregunta que surge es porqué. Y la respuesta se encuentra analizando la estructura económica de la ciudad, la cual vive del turismo INTERNO DE CLASE MEDIA, algunas industrias dedicadas al mercado interno que compiten contra importaciones (textil por ejemplo), industria alimenticia y la pesca. Todas actividades directamente afectadas por la política de dólar barato y destrucción de las clases media y populares; y el consumo interno. Mi conclusión es que Mar del Plata, por sus características particulares, mostró que era una ciudad inviable para contener en condiciones decentes a las nuevas generaciones con las condiciones macroeconómicas impuestas por el neoliberalismo. Algo similar a lo que ocurrió en la mayor parte del país en 2000-2001.

Entonces, les pido que nos situemos en la situación de 2002. Mar del Plata era un páramo con gran parte sus jóvenes de clase media y media baja expulsados pero desde hacía cinco años, no uno.

En ese contexto llegó de Santa Cruz Néstor Kirchner, al que no voté por dos motivos. Porque en primera vuelta no podía votar al candidato de Duhalde y porque en segunda vuelta, cuando sí iba a votarlo con ganas para enterrar a Menem, el gran traidor de La Rioja se bajó porque sabía la derrota que se le venía.

Y voy a centrarme en la política económica de Kirchner, no porque el resto de su gestión-legado no sean tan o más importantes, sino porque para la mirada hacia Kirchner desde Mar del Plata creo que es un aspecto muy relevante. Llegó Kirchner decía, y comenzó una política de recuperación del empleo, de un dólar realista, de incluir a la clase media y a los sectores populares. ¿Qué trajo como resultado? La revitalización del mercado interno y de los sectores productivos que compiten contra importaciones y por ende la resurrección de nuestra ciudad. Una ciudad que hoy no expulsa masivamente a sus jóvenes (seguramente habrá casos puntuales que me contradigan pero hablo en términos generales), a la cual inclusive han retornado algunos de los exiliados de fines de los ’90, la cual tuvo en plena crisis mundial una temporada como fue la 2009-2010 como al menos yo no tenía memoria y que se prepara para otra temporada muy buena.

Para cerrar, ¿qué nos dejó Néstor a los marplatenses? Una ciudad que la macroeconomía nacional hace viable, que no expulsa a sus jóvenes, en crecimiento, pujante. Es decir, nos devolvió nuestra querida ciudad y la posibilidad, que para muchos estaba vedada, de vivir en ella. Obviamente que falta mucho y que Mar del Plata está lejos de ser lo que me gustaría que fuera, pero a diferencia del neoliberalismo que nos impedía que Mar del Plata fuera una ciudad viable, pujante, desarrollada; el modelo que nos deja Néstor nos da esa posibilidad. Lo que falta es responsabilidad de nosotros, los marplatenses; es decir nos devolvió la posibilidad de definir el destino de nuestra querida ciudad, la cual nos había sido arrebatada por el neoliberalismo que sólo miraba a Miami, Punta del Este y Brasil. Ahora debemos hacernos cargo, Mar del Plata es lo que logramos que sea, si falta (que falta y mucho) es por nuestras limitaciones.

Para ir cerrando algo que se extendió más de la cuenta dejo planteada una pregunta, ¿cómo puede ser que con esta historia que tenemos como ciudad Mar del Plata no sea la ciudad más rabiosamente KIRCHNERITSA? Lo dejo para desarrollar en otro momento, aunque creo que es algo más para sociólogos y psicólogos.

Por todo esto, desde Mar del Plata y a un mes de tu desaparición física pero no de tu legado: GRACIAS NÉSTOR Y FUERZA CRISTINA.