Arturo Jauretche

Los pueblos no odian, odian las minorías. Porque conquistar derechos provoca alegría, mientras perder privilegios provoca rencor.



sábado, 1 de septiembre de 2018

LOS 12 MANDAMIENTOS DE UN 4 EN LA ARGENTINA

1- Pasarás entusiasmado al ataque más de treinta veces por partido y, como mucho, te la darán solo una o dos veces por tiempo. Volverás a tu posición sin rencor y sonriendo. 2- Tolerarás la cara despectiva del enganche cuando controles mal la pelota o se te escape por debajo del botín. 3- Jugarás incómodo todo el partido gracias a una franja larga de cal. Cruzarla con pelota dominada y sin oposición despertará murmullos en las tribunas. Tus compañeros se mirarán sin entender nada. Tu entrenador, previo a un traguito de agua, observará el banco de suplentes. El árbitro cobrará lateral para el equipo contrario. 4- Fantasearás con enganchar para adentro en busca de liberarte y demostrar que sos distinto. Pero caerás en la realidad en el mismo momento en que la pierdas. Obligarás a tus compañeros a cambiar violentamente el rumbo en el que se dirigían. Dejarás a todo un estadio agarrándose la cabeza. Tu técnico mandará a calentar a tu reemplazante. 5- El wing que jugará por tu lado, seguramente, será uno de los más rápidos de los rivales. Te encarará sin piedad hasta que tu rostro desmejore notablemente. Será una tarde de mucho trabajo entre tu cuerpo y tu psiquis. Experimentarás náuseas y mareos, tristeza y soledad. A la primera que vayas a destiempo, le harás mucho daño a la altura de la cadera. 6- Jamás te concentrarás con el goleador del equipo o con un doble cinco que juegue suelto. Tampoco con un lateral por izquierda. Seguramente ese lateral sea zurdo y ya se sabe: la especie de los laterales izquierdos tiene fama de pegarle bien a la pelota, o al menos, genera más intriga que un 4. 7- El popular juego de cartas, el truco, tampoco te ayudará en nada. Encontrarán parentesco entre vos y el 4 de copas, en todo momento. Mirá que mala suerte tenés que hasta las cartas que están por debajo de tu número tienen más valor. 8- Te costará mucho mejorar el primero y el segundo contrato. Te olvidarás de la prima. Y también del tercer contrato. 9- En un córner de pelota parada en contra tendrás grandes posibilidades de que te paren al lado de un palo, o también de ser el primero en armar la barrera en un tiro libre. Pero a favor la cosa cambiará: quedarás como último hombre. Es decir, el día en que se entrenará pelota parada no serás útil en nada. 10- Serás el más puteado por los plateístas por una cuestión de cercanía. No hay satisfacción más grande para un socio pleno o vitalicio, que su insulto llegue al destinatario. Motivarás a grandes y niños a sacar los más grandes escupitajos se superarán a medida que tus rendimientos no mejoren. Te acostumbrarás y lo naturalizarás. 11- Te podrán reemplazar por un central tirado a la derecha, un ocho más retrasado, uno que no haya jugado nunca, uno que tenga ganas de jugar sin importar el puesto, un cono, un agente de la federal o cualquiera que haya firmado planilla. Perdiendo sos cambio cantado. Ganando también. 12- Ignorar del punto 1 al 11 si tenés documento brasileño: serás amado, saldrás con modelos y serás inmensamente rico. Del libro: Pelota de Papel Autor: Santiago Ladino

viernes, 17 de junio de 2016

José López

Me permito iniciar estás líneas con una reflexión auto referencial. Siempre me consideré un kirchnerista con visión crítica (no un kirchnerista crítico, ya que no es lo mismo) por estar convencido que sin discutir los problemas, sin ponerlos arriba de la mesa los problemas no se solucionan. Es infantil esa visión que piensa que por negar o esconder un problema el mismo va a a desaparecer. La negación, que le dicen los psicólogos, no funciona en política. Y hago esta introducción porque voy a escribir algunas reflexiones sobre la novela de José López y lo voy a hacer con una visión crítica que seguramente incomodara o molestará a algunos compañeros. Ahí vamos. Para intentar ahorrar tiempo a algunos comentarios que pueden surgir de lo que voy a escribir me adelanto a decir que tengo absolutamente claro que la corrupción institucionalizada, como define el vicepresidente boliviano Álvaro García Linera, a la corrupción estructural, aquella que transfiere recursos de los sectores trabajadores al capital, es decir lo que hace el neoliberalismo (Macri para ser más claro); es infinitamente más dañina para la sociedad que lo que puede hacer uno, dos, veinte funcionarios corruptos como José López. También tengo absolutamente claro que el impacto mediático de un funcionario kirchnerista corrupto es amplificado al infinito por los medios de comunicación concentrados ya que sirve a su relato de que "son todos chorros", relato que no tenemos que perder de vista, caló profundo en el sentido común de buena parte de la ciudadanía. Y tampoco soslayo que muchos funcionarios del actual gobierno son corruptos de "guante blanco". Para seguir con las aclaraciones previas, no puedo omitir que hay corrupciones aceptadas socialmente, ya que la evasión hacia paraísos fiscales o las declaraciones (como la de Melconián) de que se tienen cuentas no declaradas en el exterior no genera repudio social ni mediático y andar con bolsos de dólares a la vieja usanza es un escándalo. Podría seguir con la lista pero prefiero ir a las reflexiones (los corruptos privados que pagan por ejemplo) que me genera el caso de José López. Considero que este hecho no es un hecho más y que requiere que lo abordemos integral y francamente. En primer lugar, es momento que tomemos en cuenta que un proyecto nacional y popular siempre va a ser atacado por el establishment a través de los grupos concentrados de comunicación. Por lo cual, un proyecto como este no es viable si no logra erradicar o al menos minimizar a su mínima expresión las prácticas corruptas, ya que de otra forma hay un flanco débil sobre el cual van a pegar para horadarnos (si hay dudas sólo hay que ver lo que pasó y continua pasando en Brasil). La obscenidad de un funcionario lleno de dólares cuando los militantes y muchos adherentes que se jugaron en serio están en estos momentos sin trabajo o con grandes problemas genera una contradicción flagrante. Recomiendo para entender mejor este punto la carta de Carlos Barragán (https://cynthiagarcia.com.ar/2016/06/15/carta-a-jose-lopez-x-carlos-barragan/) en la que un ferviente militante del proyecto, que puso el cuerpo, la cara, su prestigio y que hoy está sin trabajo por las reformas macristas en los medios públicos, le escribe al funcionario corrupto. Esta dicotomía entre militantes y gente de a pie que pone todo, mucho o algo y un funcionario que se enriquece ilícitamente y, además, pone en juego el proyecto colectivo es inaceptable. Un párrafo aparte merece la negación de muchos compañeros. Básicamente esta negación tiene dos líneas argumentatitvas. La primera que "está todo armado" que es una operación, que al tipo le pagaron para que hiciera esto, etc. Vamos a suponer que está "todo armado" (lo cual me cuesta mucho creer, perdón pero nunca abrevo de teorías conspirativas), si esto fuera así aún queda la pregunta de cómo pudimos tener durante 12 años en la tercera línea del gobierno a un tipo que está dispuesto a participar de una operación como esta. La otra vertiente de la negación es poner el espejo y decir: "y los Panamá papers" y argumentos como esos. No quiero decir que no debamos denunciar la corrupción macrista pero no así. No debemos caer en la pelea por haber quién es más corrupto, nosotros debemos ser mejores, nosotros no podemos aceptar estas prácticas en nuestra fuerza y además, por mera supervivencia de nuestro proyecto, no podemos tener estos deslices, los medios de comunicación son de ellos y siempre van a amplificar nuestros errores y a tapar y justificar sus horrores. Para cerrar en forma polémica quiero traer una pregunta muy incómoda. ¿Cómo puede ser que José López haya podido hacer las tropelías que evidentemente hizo durante 12 años como funcionario de la tercera línea de nuestro gobierno? Porque no podemos seguir haciéndonos los distraídos, este personaje trabajó junto a Julio De Vido por 12 años, por lo que por acción u omisión De Vido también debería ser cuestionado por nuestro espacio como lo está siendo este nefasto José López, ya que por lo menos De Vido fue un inoperante por no haber detectado esta situación en un funcionario de su equipo de trabajo. Además, no podemos decir que José López es un advenedizo que apareció para robar. El tipo estuvo 12 años y fue electo como Parlamentario del Parlasur en la lista del FpV de Tucumán, es decir que se lo puso en la lista de parlamentarios junto a compañerazos como Taiana, Teresa Parodi, Milagro Sala, etc., etc. Creo que este golpe terrible (esta trompada en el estómago como dijo Cristina) nos tiene servir para discutir internamente en forma fuerte y sincera, para purgar definitivamente el proyecto de estos personajes y para entender que no tendremos un proyecto viable si dejamos el flanco de la corrupción abierto. Además, por respeto a los compañeros que pusieron, ponen y van a seguir poniendo todo es hora de entender que estos personajes, enriquecidos obscenamente montados en el esfuerzo de cientos de miles de militantes, no pueden formar parte de nuestro proyecto. Como dijo el Pepe Mugica: "...has de vivir como piensas o terminarás pensando como vives".

sábado, 12 de diciembre de 2015

Esa noche me mandó al descenso

Y llegó el día no más, el día de la vuelta a la oposición. Un día, parafraseando a los stones, de emociones encontradas. Tristeza, por lo que se viene, frustración por no haber podido continuar, incomprensión de cómo parte de los sectores trabajadores votaron una opción que va en contra de sus intereses y finalmente alivio. Es raro sentir alivio en este momento pero tiene su explicación, al menos eso creo o quiero creer. Los casi dos meses que van desde el 25/10 hasta que asumió el nuevo Presidente fueron como las semanas previas al descenso del ROJO. Pongamos desde que perdimos con All Boys, ese día internamente, aunque no lo quería reconocer, sentí que descendíamos. Pero los días, las horas, los minutos desde ese partido hasta el fatídico descenso fueron una agonía. Similar a lo que viví desde que perdimos la provincia de BsAs a manos del "hada buena", como le dice el perro Verbitsky a la Gobernadora, y supimos que había ballotage hasta que asumió el nuevo Presidente. No haber ganado en primera vuelta, que la diferencia fuera poca, que el "hada buena" gane en la provincia; un combo fue tremendo e imposible de digerir. Y en ese momento, al igual que con el ROJO, sentí que podíamos descender, perdón, que podía ganar la presidencia Macri. Y se militó, en forma desesperada, inorgánica, como se pudo; porque tomamos conciencia que se podía venir la noche, la noche que finalmente se vino, la noche que trajo a Melconián al Banco Nación, a Sturzeneger al Banco Central, a De Prat Gay como Ministro de Hacienda y Finanzas (gran cambio el del nombre del Ministerio de Economía), a Patricia Bullrich como Ministra de Seguridad, al milico Aguad como Ministro de Comunicaciones, al rabino Bergman como Ministro de Medioambiente, unificar los Ministerios de Educación y Deporte!!!, etc., etc. Pero hablaba del alivio. Alivio porque fueron casi 10 años muy intensos, desgastantes, pero por lejos los mejores. Digo casi 10 años porque yo empecé a ser primero simpatizante kirchnerista allá por 2005, cuando se enfrentó al duahldismo en las elecciones legislativas. No soy de los kirchneristas de primera hora. Pero ya desde ese momento empecé a ser un bicho raro, a tener que guardarme mis opiniones en ciertos ambientes (el laboral fundamentalmente) a tener que morderme la lengua ante tanto comentario superficial, vacío, ofensivo. También hubo que acostumbrarse a que tomaran la parte por el todo ya que si un funcionario no era bueno o una medida inapropiada todo el gobierno y todo lo actuado era un desastre. Y así estuvimos, en mi caso casi 10 años, aguantando agravios, mentiras, descalificaciones. Pero obviamente que con orgullo y con fuerza, lo que no quita que sea desgastante, por eso el alivio de volver a la oposición. Porque qué fácil es ser juez de línea y levantar la bandera ante la primera duda de off-side... Mucho más fácil que defender y militar para un proyecto, que como todo no es perfecto y tiene errores. Pero que lindo fue y cuanta fuerza le vamos a poner para amortiguar la restauración conservadora que quieren imponer; y cómo vamos a pelear para ganar en 2017 y volver en 2019. Pero pasemos a repasar algunas otras cosas que creo que es el momento de pensar. 1- Tengo la certeza, y me lo habrán escuchado decir algunos ya, que la elección no la ganaron, la perdimos nosotros. Obviamente esto es incomprobable, un contrafactual que le dicen los entendidos, pero igual lo sigo pensando. ¿Motivos? Principalmente llevar un candidato que no representaba al kirchnerismo o, como una variante, que este candidato no se haya legitimado en las PASO. Porque Scioli generaba muchísimas dudas y estuvimos hasta el 25/10 convenciéndonos entre nosotros (los kichneristas) de votarlo, en lugar de militar y salir a convencer al volátil 35% que define las elecciones (porque nosotros tenemos un núcleo duro del 35%, la derecha gorila un 25%, 5% la izquierda testimonial y hay una porción que fluctúa según el momento). Y me incluyo entre los dudosos y poco entusiasmados, al punto que no voté a nuestro candidato en las PASO (tranquilos que lo voté en las generales y en el ballotage!). Y esta situación de duda, de discusión interna, de mal manejo en la resolución de la candidatura (porque la bajada de Randazzo fue manejada pésimamente mal) nos llevó a paralizarnos hasta el 26/10, cuando con la noticia de que había ballotage y que la diferencia había sido escasa nos sacudió a todos, pero evidentemente fue tarde. Otra opción hubiera sido que haya interna entre Scioli y Randazzo, aún en el escenario que ganara Scioli (candidato que como dije generaba dudas) la cuestión hubiese sido mucho más clara y todos nos hubiéramos encolumnado, ya que como reza la máxima: "el que gana conduce y el que pierde acompaña". Pero el tema Scioli no fue el único. Randazzo también es otro factor preponderante. Sin discutir ahora cómo se manejo el tema de su candidatura (lo cual fue entre muy mal y pésimo ya que se enteró por los medios que Zannini sería vice de Scioli cuando se dice que era quien lo impulsaba a que se candidateara), una vez bajado de la candidatura a Presidente debería haber aceptado la propuesta de competir para Gobernador, lo que hubiera evitado la sangrienta interna entre Julián Domínguez y Aníbal Fernández (capítulo aparte para este tema ya que si no las derivaciones van a ser larguísimas) y se hubiera ganado la provincia y seguramente obtenido más votos, que tal vez hubieran permitido una victoria en primera vuelta, o al menos una buena diferencia en las generales. Pero el "bueno" de Florencio priorizó su ego y orgullo que el proyecto colectivo que tanto se declama, y así nos fue y le fue; ya que se perdió la provincia, la presidencia y él es un cadáver político. El tema de la candidatura y de cómo se llegó a las elecciones, sin conducción orgánica de la campaña, con muchos dirigentes y agrupaciones "jugando su juego" da para mucho. Pero para cerrar el tema quiero agregar un comentario final. Si bien creo que Cristina se equivocó en la forma de conducir el proceso electoral, creo que la mayor responsabilidad está en las bases, la militancia y los dirigentes de segunda y tercera línea. Digo esto porque hubo falta de coraje, incapacidad y falta de grandeza para empujar desde abajo, con todo el FpV como sostén, una candidatura que se opusiera a Scioli (¿Taiana? ¿Urribarri? el que fuera), con un candidato kirchnerista lo cual hubiera condicionado a Cristina o la hubiera ayudado, a partir del clamor de las bases, a tomar otro tipo de decisión. Pero nos dedicamos a esperar, delegamos la decisión en "la jefa" o nos dedicamos a internismos inconducentes. Y si bien había dicho que el anterior era el comentario final respecto a la candidatura de Scioli, no puedo dejar de mencionar que sigo esperando "los votos de Scioli" que es el que "mejor mide". Noten que en la elección general sacó 37%, que es el caudal del núcleo duro kirchnerista, es decir, lo votamos nosotros no aportó ningún voto propio. 2- ¿Se acuerdan que iba a haber fraude? Ah!, ¿como ganaron ellos la elección fue democrática? Ironías aparte, creo que debemos insistir sobre este punto. Estaba todo preparado para salir a denunciar fraude y a ensuciar todo, ¿imaginan si ganábamos por menos de 3% como ellos lo que hubiera sido? No hay que olvidar estas cosas y hay que ponerle el espejo a todos los biempensantes que miran a Lanata (perdón, miraban porque después de la misión cumplida se fue a Miami el divo) leen Clarín / La Nación y miran TN porque el nivel de hipocresía y cinismo de sus gurúes mediáticos es terrible. 3- Macri obtuvo el 51,4% de los votos y amplios triunfos en el centro del país lo que quiere decir que su electorado fue policlasista, O para ser más llano, no sólo lo votaron las clases medias-altas y altas sino también sectores trabajadores, lo que marca que hemos hecho mal algunas cosas, cuáles, no lo tengo claro pero no podemos quedarnos sólo con que es culpa de la intoxicación mediática (la cual existe y es tremenda) ya que recordemos que en 2011, con los mismos medios hegemónicos en contra, Cristina ganó con más del 54%. La derecha nunca se equivoca al elegir sus candidatos, pueden no ganar, pero saben claramente quién los representa y eso lo refleja el resultado de la Comuna 2 de la CABA, Recoleta, en ese acomodado y oligárquico barrio de BsAs Macri obtuvo 79,5% de los votos en el ballotage, es decir que la derecha sabe bien quién es su candidato, el que va a defender sus intereses (y ojo que no sólo hablo de intereses económicos sino también simbólicos, culturales, etc.). Pero el mismo Macri, claramente elegido por la derecha de Recoleta, también fu votado en ciertos municipios de clase media y populares (Macri ganó en Morón con casi el 55%!!!) es decir que los medios nos confundieron, nos intoxicaron pero nosotros no supimos llegar y clarificar y parte de los trabajadores compraron globos y en esa compra se terminaron dando un tiro en el pie. Todo esto da para mucho más, escribo y vienen muchas ideas, desordenadas por lo que voy a cortar acá para ordenarlas y seguir en otro momento ahora que estoy triste, frustrado, aliviado pero fundamentalmente más decidido que nunca a militar dentro del kirchnerismo, del FpV para ganar las legislativas del 2017 y volver a ser gobierno en 2019.

viernes, 3 de abril de 2015

Lo que va a pasar

La idea me quedó retumbando después de una cena en la que conversábamos sobre uno de los temas excluyentes, hasta junio por lo menos, la sucesión presidencial. Uno de los presentes dijo: “es lo que va a pasar, no es lo que yo quiero que pase pero es LO QUE VA A PASAR”. La fascinación por conocer el futuro o lo que va a pasar, es bien conocida y abarca desde el tiempo (meteorológicamente hablando) hasta el resultado de un partido de fútbol. A priori, a todos nos gustaría saber qué va a pasar. Sin embargo, saber lo que va a pasar es de derecha (entendiendo por derecha en este caso lo conservador). Ahora bien, ¿por qué mezclo la futurología con la derecha? La idea en la que me baso para decir esto es que el que sabe qué va a pasar pierde la voluntad por hacer o por intentar que el futuro sea de una determinada manera. Veamos un ejemplo simple y trivial, ¿alguien iría a ver a su equipo sabiendo de antemano que va a perder 3 a 0? Por favor dejemos de lado la lógica del aguante, según la cual aun conociendo este resultado catastrófico hay que ir a alentar al equipo. Lo que mueve a un hincha es la esperanza, incluso cuando su equipo sea un desastre y venga jugando horrible, cada nuevo partido se renueva la ilusión, la esperanza, la ilusión es lo que hace que uno vaya a la cancha aun intuyendo que el resultado puede ser adverso (si venimos siendo un desastre) pero con la interna luz de esperanza de que este domingo la cosa puede cambiar. Nadie iría a ver a su equipo si supiera que va a perder 3 a 0, se quedaría en su casa o haría otra cosa, pero ¿qué pasa si sabe que va a ganar? Obviamente en este caso lo primero que se nos ocurre es que iríamos a la cancha a disfrutar del triunfo. Sin embargo, la certeza del triunfo le quita emoción, expectativa y pasaría a ser un trámite; tampoco sirve tener la certeza de que nuestro equipo va a ganar. Lo que nos moviliza es la incertidumbre, esa tensión de no saber qué va a pasar, de que podemos volver contentos o puteando y amargados. Pero la charla a la que me refería al inicio nada tenía que ver con fútbol, se refería a cómo resolvería el FpV su candidato para la elección de este año y qué hacer ante ello. Y en ese contexto fue en que se lanzó la frase “es lo que va a pasar” referida a que el actual Gobernador de Buenos Aires ganaría las PASO y sería el candidato del FpV. La afirmación fue lanzada con resignación pero contundentemente: “es lo que va a pasar, no es lo que yo quiero pero va a pasar”. Los fundamentos de esta afirmación podrían ser encuestas, intuición, una evaluación del cuadro de situación actual u otros. Pero eso no es lo que importa sino que de esa certeza es hija la resignación, la paralización, es decir aceptar el statu quo que nos imponen y por eso la tesis de que conocer lo que va a pasar es derecha. Más allá de indicios más o menos fuertes sobre algo, nadie sabe lo que va a pasar y lo que puede hacerse es plantear escenarios para tomar decisiones y plantear estrategias, pero sin perder de vista que son eso: escenarios. Y los escenarios pueden cambiar por diversos motivos, algunos totalmente imprevistos. Repasemos como ejemplo lo que pasó en Brasil con la muerte en un accidente de un candidato meses antes de las elecciones lo que catapultó a Marina Silva como una aspirante seria a la presidencia. Otro motivo es que la voluntad de muchos y su perseverante militancia logre cambiar el escenario y por tanto, mediante la voluntad, se tuerza lo que inicialmente parecía algo ya definido. Entonces, como no sabemos lo que va a pasar, lo peor que puede pasarnos es dejarnos convencer de que determinadas cosas ya están definidas, ya que eso nos inmoviliza, nos quita las fuerzas. Lo que debemos hacer es pensar en lo que queremos que pase y trabajar para que pase. La fuerza de la voluntad que le dicen, con la cual puede modificarse la realidad, o en este caso el futuro que parecería escrito. Y en mi caso, como no dispongo de la bola de cristal, sólo sé lo que yo quiero que pase y no lo que va a pasar. Y lo que quiero que pase es que tengamos un candidato que realmente represente, garantice y profundice el proyecto; lo que claramente no hace el actual Gobernador de la provincia de Buenos Aires, por lo que voy a hacer todo lo que esté a mi humilde alcance (lo cual lamentablemente no es mucho) para que ocurra.

jueves, 21 de agosto de 2014

El futuro ya llegó

Como dice con poética inigualable el Indio, el futuro ya llegó. Esto puede aplicarse igualmente a un aspecto económico y otro político. El primero es la tan temida restricción externa y el segundo la elección del candidato en el FpV. Ambos aspectos ya podían vislumbrarse como parte del futuro luego de las elecciones de 2011, pero en ese momento ambos parecían parte del futuro lejano, pero el futuro llegó hace rato. Voy a dejar de lado en esta nota el aspecto económico para centrarme en el político, es decir la elección del candidato del FpV para la elección del año próximo. En este aspecto, luego de ganada contundentemente la elección del 2011 y ya con el dato de haberse producido la inesperada muerte del irremplazable Néstor, se vislumbraba la dificultad que tendría la sucesión de Cristina. En aquel momento algunos fantaseaban con una reforma de la Constitución para poder habilitar una reelección adicional o hasta indefinida. Personalmente nunca consideré que la solución a la sucesión fuera patear el problema hacia adelante habilitando una nueva reelección, ya que más tarde o más temprano habría que suceder a Cristina. Por otro lado, si bien hay voces autorizadas que fundamentan la necesidad de que existan reelecciones indefinidas en sistemas presidencialistas fuertes como el argentino, creo que la limitación de los mandatos presidenciales consecutivos es altamente favorable ya que genera la necesidad de renovación y de generación de nuevos liderazgos. Además, si bien se trata de una especulación personal, siempre estuve convencido de que Cristina no impulsaría una reforma constitucional para perpetuarse en la presidencia. Por todo esto, ya en el eufórico final de 2011 algunos vislumbrábamos como una gran encrucijada la sucesión de Cristina, pero claro, eso era un futuro lejano y habíamos ganado con el 54%. Pero como el futuro ya llegó, estamos ahora frente a la encrucijada de la sucesión sin más alternativas que definirnos y sin posibilidad de seguir pateando la decisión hacia adelante. Y en esta encrucijada aparece, como podía también preverse desde aquél remoto 2011, la figura de Scioli. El actual Gobernador de la provincia de Buenos Aires, desde una mirada superficial y con cierta lógica, surge como el “candidato natural” del FpV ya que fue Vicepresidente de Néstor en su primera presidencia y dos veces Gobernador de Buenos Aires en coincidencia con los mandatos de Cristina. Ahora bien, la idea no es tener una mirada superficial sino profundizar en el análisis y, para ello, creo conveniente sumar al análisis la dicotomía entre si lo fundamental es el movimiento, partido o como quiera llamárselo (en este caso el FpV); o quien conduce el espacio. Los que consideran que lo fundamental es el partido considerarían sin mayores dudas que Scioli debe ser el candidato ya que es quien tendría mayores posibilidades de ganar la elección (dejemos esto para discutirlo en otro momento ya que tengo mis dudas al respecto) como candidato del FpV. En cambio, los que consideramos que la conducción es fundamental y es lo que finalmente define la orientación del espacio, claramente no pensamos a Scioli como el candidato adecuado para el FpV; por la sencillísima razón de que no es kirchnerista sino un aliado circunstancial. Creo importante en este punto plantear dos ejemplos que creo que podrían aportar al planteo de que lo fundamental es quién conduce el espacio. El primero es contrafáctico pero no por ello menos ilustrativo. Imaginemos por un momento que en 2003 Duhalde hubiera elegido a Scioli como candidato a Presidente y a Néstor de Vice. Está claro que es un ejercicio totalmente alejado de la realidad de aquél momento pero hagamos el esfuerzo. ¿Alguien puede pensar que Scioli hubiera liderado un gobierno como el de Néstor? Dejo para que cada uno se responda esta pregunta en la intimidad de su conciencia. El segundo ejemplo ocurrió y fue totalmente nefasto. El innombrable de Anillaco condujo, desde el peronismo, una destrucción del entramado social y productivo totalmente en contra de los principios de dicho movimiento. Y el partido no lo echó, sino que, salvo muy honrosas excepciones, lo acompañó en la impúdica fiesta de la pizza con champagne. Queda claro entonces que considero que Scioli desde ningún punto de vista puede ser considerado el candidato del FpV porque no es kirchnerista y por ende no garantiza la continuidad del proyecto. Ante esta definición aparece el argumento de que se lo puede condicionar con listas de Diputados leales, etc., etc. Ante esto pregunto, ¿se lo pudo condicionar en sus dos períodos de Gobernador? Claramente no. Y eso que la provincia depende financieramente del Gobierno Nacional, pero ni así. Entonces, si no se lo pudo “condicionar” como Gobernador cómo pueden pensar que lograrán condicionarlo en la eventualidad de que fuera Presidente, con la posibilidad de firmar Decretos, designar Ministros (¿imaginan el Gabinete con Casal de Ministro de Justicia y Granados de Ministro de Seguridad?) y otras bellezas. Otro punto que creo interesante repasar es el de Insaurralde, ¿o debería llamarlo MI? Lo traigo a discusión porque Insaurralde fue el candidato de Scioli. Aunque haya sido el candidato de Scioli no puede soslayarse la responsabilidad de Cristina en esta elección, porque hay que ser autocrítico y no puede dejarse pasar el hecho de que se haya elegido a este personaje para encabezar la lista de Diputados de la provincia de Buenos Aires. Pero volviendo, Insaurralde ha demostrado estar dentro del FpV por conveniencia, no demuestra tener ninguna convicción y coquetea con el massismo sin ningún tapujo. Y ni hablar de la estética y la banalidad que muestra. Impresentable y fue “nuestro” candidato. Creo que puede verse un interesante paralelismo entre Insaurralde y Scioli, sin olvidar que éste último también coqueteó con el massismo en 2013. Como conclusión, mi planteo es que Scioli no es una opción. Scioli es el enemigo dentro del FpV. No vislumbro diferencias entre un eventual gobierno de Scioli, Massa o Macri y creo que tenemos que dar la batalla para ganarla y si no se gana mantener una identidad que permita contener la militancia, no trasvestirnos o menemizarnos por la falsa ilusión de que a Scioli se lo podrá condicionar “metiendo Diputados propios”, como si no fueran a darse vuelta muchos en cuanto el poder cambie de manos. O pensar que Cristina seguirá siendo la conductora aún con Scioli como Presidente. Creo que no hay que ser ingenuos, Scioli no nos representa y por eso no es una opción, es una amenaza.

sábado, 25 de enero de 2014

Hacernos cargo

Finalmente la salida a la encrucijada en la que se encuentra la economía ha sido devaluatoria, o al menos dicha tensión generó una fuerte devaluación, la cual no es neutral y trae aparejados ganadores y perdedores. Creo importante antes de continuar detenerme en el concepto de devaluación para luego profundizar sobre las consecuencias. En economía se entiende por devaluación la pérdida de poder de compra de una moneda respecto de otras, que es lo que ocurrió con el PESO el último año y particularmente en la última semana. El dólar pasó a costar $8,03 cuando hace exactamente un año costaba $4,97 (61,5% de devaluación) y el salto entre el martes y viernes últimos fue de 16,5%. Si bien la referencia es respecto del dólar por tratarse de moneda más ampliamente aceptada a nivel global, la pérdida de valor del PESO fue respecto de todas las monedas (euro, real, peso chileno, peso uruguayo, etc.). Es por esto que sin eufemismos debe aceptarse que se produjo una fuerte devaluación del PESO el último año, fuertemente acentuada la última semana. Y digo esto ya que he notado cierta reticencia dentro de los que adherimos al proyecto kirchnerista a llamar devaluación a la devaluación. Como se menciona más arriba, la devaluación no es neutral. Repasemos porqué. El aumento del valor del dólar beneficia principalmente a los exportadores, quienes venden su producción en dólares y obtienen mayor cantidad de PESOS por el mismo producto. Dentro de estos ganadores están, fundamentalmente, los sectores agroexportadores que vienen presionando por esta devaluación, vía retención de granos, hace un largo tiempo. A su vez, la devaluación genera aumento de precios en PESOS (inflación) ya que muchos productos que se consumen en el mercado local son importados (muchos electrónicos por ejemplo) o tienen componentes importados. Incluso aquellos bienes que son producidos íntegramente en el país, como por ejemplo la leche, requieren equipamiento (bienes de capital) importados o con alto porcentaje de componentes importados. Es decir que para una empresa láctea pasa ahora a ser más caro ampliar su capacidad de producción o mejorar su productividad, lo que finalmente impacta en el precio y/o cantidad de leche que podrá ofrecer. Pero siguiendo con la idea de ganadores y perdedores, podríamos decir que todos aquellos actores económicos que pueden ajustar sus precios (empresas, comerciantes, cuantapropistas) posiblemente puedan neutralizar el efecto negativo de la inflación vía aumento de precios, por lo que, simplificando, podría decirse que salen empatados. Entonces, ¿quiénes pierden? Claramente los perdedores son los sectores asalariados, que sólo pueden ajustar sus ingresos vía aumentos salariales que son anuales y no mayores al 25%-30% en PESOS para los sectores formales (trabajadores en blanco). Dentro de los perdedores claramente aún resultan más perjudicados los asalariados informales (trabajadores en negro) los que tienen menos herramientas para luchar por una recomposición salarial. Es decir que la devaluación hace perder poder adquisitivo de los salarios y genera una regresiva distribución del ingreso (es decir que se llevan más los que ya se llevaban más). Ahora bien, ¿si la devaluación es negativa para los sectores populares por qué un Gobierno que los viene favoreciendo como ningún otro en 60 años genera esta salida devaluatoria? Esta es la pregunta que incomoda al kirchnerismo y para la cual ya se encontró una respuesta tranquilizadora: fue un golpe de mercado generado por Shell. Con esta explicación se purgan culpas y tenemos un excelente chivo expiatorio, la petrolera anglo-holandesa. Pero, ¿nos vamos a conformar con esta respuesta? Revisemos un poco. Shell realizó una compra de 3,6 millones de dólares el jueves 23/01 a $8,70 pero el día anterior el dólar ya había sufrido un fuerte aumento de $0,23 y acumulaba una devaluación anual del 44%. Es decir que, en todo caso Shell realizó una operación desestabilizadora en un contexto de devaluación preexistente. Por otro lado, si con la compra de 3,6 millones de dólares desestabiliza el tipo de cambio es que la situación cambiaria era sumamente endeble. Hay que notar que si el Gobierno hubiera decidido contener el alza del dólar lo podría haber hecho vía venta de reservas del BCRA, de hecho lo hizo el jueves para que el cierre fuera de $7,79 y no de $8,40. Pero finalmente se lo dejó subir a $8,03 el viernes. Es decir que se priorizó resguardar las reservas en lugar de evitar el salto devaluatorio final (recordemos que durante todo 2013 el ritmo devaluatorio había sido bastante mayor al de los años anteriores). Resumiendo, es claro que Shell operó en forma desestabilizadora pero el contexto devaluatorio era preexistente y el Gobierno optó por contener en forma parcial la devaluación buscada por el establishment económico. Rechazando entonces la respuesta autocomplaciente de que Shell es malo y nos hizo devaluar el PESO seguimos aún sin responder porqué el Gobierno convalidó la devaluación del PESO reclamada por el establishement y que perjudica a los sectores populares. Claramente la respuesta no es simple y seguramente debe haber más de una. Para intentar una respuesta debe buscarse por el lado de la restricción externa que generó una fuerte pérdida de reservas del BCRA. Es decir, la situación macroeconómica tensa por la falta de divisas generó un caldo de cultivo óptimo para llegar a esta devaluación. También no hay que dejar de lado el exceso de voluntarismo y los errores no forzados que vienen cometiéndose en el ámbito económico en los últimos tiempos. ¿Qué hacemos entonces con este estado de cosas? ¿Pensamos que se arrearon las banderas y que el proyecto que tanto dio por los sectores postergados claudicó? ¿Seguimos buscando excusas y chivos expiatorios para exculparnos para poder mantener nuestra conciencia nac&pop en paz? Ni una cosa ni la otra, lo que debemos hacer es HACERNOS CARGO de que perdimos una batalla por errores propios y porque el enemigo es fuerte y siempre acecha. Reconocer esta situación, sin eufemismos, sin explicaciones autocomplacientes, revisando errores; es lo que nos puede dar la base para volver a la ofensiva y para poder trabajar por una más justa distribución del ingreso pero esta vez con bases más sólidas que eviten que nos hagan retroceder nuevamente por la vía devaluatoria. A los poderosos de siempre que se afilan los colmillos porque huelen sangre les digo que vamos a seguir dando pelea, no vamos a entregarnos por una batalla perdida.

sábado, 9 de marzo de 2013

Anti-política en Venezuela y Argentina

La muerte del Comandante Chávez me encontró casualmente en Venezuela. Si bien hay mucho para contar respecto de las experiencias de vivir estos intensos e históricos días en la República Bolivariana de Venezuela, este texto se trata de algunas reflexiones que me surgen de algunas conversaciones en las que participé, o simplemente escuché en estos días. Una cena con otros argentinos con los cuales compartimos el viaje derivó en una charla con ribetes políticos en el tono ameno que se da cuando los interlocutores se conocen poco y tienen que seguir interactuando. Luego de algunos comentarios obligados referidos a la actualidad venezolana la conversación derivó a Mar del Plata, ya que todos los que compartíamos la mesa somos marplatenses. Dentro del grupo de comensales, dos eran clásicos clase-media-biempensante sin llegar a un gorilismo explícito ni recalcitrante. Lo que me interesa extraer de esa charla es el comentario referido a la capacidad intelectual y de trabajo, de los políticos marplatenses en general y del actual intendente Pulti en particular que desarrollaban estas dos personas. La idea era más o menos así: Pulti no es un tipo lo suficientemente capaz ni intelectualmente brillante, yo no lo contrataría para mi empresa. Y así como Pulti ningún político marplatense es lo suficientemente capaz, ya que no han sido exitosos en sus actividades privadas. Es decir que expresaban una de las máximas de la cultura política neoliberal, o lo que yo prefiero llamar anti-política: para ser un buen político lo importante es la capacidad intelectual, de trabajo, etc y ser o haber sido exitoso en la actividad privada. Con lo que el modelo de político (o en realidad anti-político) deseable se debería ser un exitoso ejecutivo con conocimientos de gerenciamiento. Dejo la cena con los marplatenses y paso a un almuerzo (siempre comiendo van a pensar que me la paso) pero en este caso solo. Estaba sentado en mi mesa del restaurante del hotel en el cual además de mi había una mesa de unas 8 a 10 personas, compañeros de trabajo aparentemente. Todos venezolanos y jóvenes. Conversaban y como comenzaron a hablar de Maduro mi atención se centró en lo que podía escuchar de la charla. Cabe mencionar que, si no todos, todos menos uno, eran escuálidos. Seguramente a la mayoría los descoloqué con este término de la política venezolana pero es muy simple de entender, en Venezuela es un escuálido lo que en nuestras pampas es un gorila. Si bien no hace al núcleo de la nota, hago una disgreción para contar que los escuálidos debatían con naturalidad una posible estrategia que me hizo erizar la piel. La tesis era que Capriles (candidato opositor a Maduro en las próximas elecciones) no debía presentarse, para que de esta forma Maduro no pueda legitimar su victoria, ya que no sería lo mismo si ganaba (como daban por descontado los escuálidos) contra un candidato importante que si lo hacía sin opositor que se presente. Escalofriante y con ciertas reminiscencias a lo que hizo el innombrable de Anillaco en las elecciones de 2003. Esa es la oposición "democrática y republicana" en Venezuela, cualquier parecido con Argentina NO es simple coincidencia. Pero volvamos al núcleo. Una de las escuálidas decía: Maduro no tiene experiencia de gobierno, es como un pasante de Chávez. En cambio, Capriles (ex Gobernador del estado de Miranda) tiene experiencia de gestión y de gobierno. Y le decía a la mesa: ¿A quién elegirían para un trabajo importante a un pasante o a alguien con experiencia? Yo elijo al que tiene experiencia, por eso entre Capriles y Maduro; Capriles. Claramente ambas ideas tienen un hilo conductor que es la creencia de que atrás de un político no hay ideas, no hay convicciones, no hay políticas a desarrollar, no hay una construcción colectiva de la que emergen como líderes, no hay militancia que los sostiene y los empuja; sólo hay un personaje capacitado e intelectualmente mejor que la media. Esa la concepción que tiene de la política el neoliberalismo y que se basa en la teoría del fin de las ideologías. O como quiso hacernos creer Fukuyama, el fin de la historia. Esta concepción neoliberal niega por ende la política y es por ello que la considero una concepción anti-política, la cual está aún muy arraigada en la clase-media-biempensante argentina y, por la muestra que tuve en Venezuela, parece que también por los pagos del Comandante Chávez. Contra esta concepción noventista es contra lo que se debe seguir militando para concientizar cada vez más a los sectores medios y continuar sumando voluntades para los proyectos nacionales y populares en la región.